Estoy harto de todos esos payasos aprovechándose de su cuerpo de trabajo haciéndole ‘tributos’ y ‘homenajes’.
Solo hay un Héctor Lavoe y los Marc Anthony, Van Lester y todos los otros payasos sacando billete a costilla de Héctor es triste. Más triste es que hay un público ignorante que lo acepte”.
Willie Colón de visita en Colombia contestó algunas preguntas sobre su carrera musical y otros aspectos de su vida artística. Recordado por su éxitos ‘Gitana’, ‘Sin poderte hablar’, ‘Idilio’, ‘El gran varon’ y por supuesto por el dúo dinámico que conformó con Héctor Lavoe.
Diario El Espacio: ¿Cómo lograron para hacer que la música salsa perdurara tantos años?
Willie Colón: “Por más que algunos sabios digan que la salsa es de aquí o de allá o que es así o asá, ellos están hablando babosadas. La razón es que esta se formó solita. Debido a los ingredientes en el ambiente de Nueva York, que fue un terreno fértil para un proceso orgánico. Las corporaciones y los artistas fabricados de hoy no tienen idea de lo que es la verdadera salsa.
Muchos de estos cantantes, son excelentes interpretes, y creen que con solo poder cantar bien todo lo demás va caer en su sitio. La verdad es que se necesitan muchas cosas. Hay que conocer las raíces, la música vieja para empezar. Tienes que tener mucha hambre. Hay que sufrir para poder apreciar el alivio y la libertad de una rumba buena”.
E.E: ¿Cómo era ese New York, en cuanto a orquestas?
W.C: “Era un New York de esperanzas, de retos, de oportunidades, pero también de racismo, peligros y humillaciones. El latino no se asimiló como los italianos, los irlandeses, los griegos, etc. La música la traíamos en el corazón y era una verdad tan poderosa que se convirtió para muchos de nosotros en un consuelo ante la adversidades. Una fuerza que nos unía, nuestra nueva identidad como latinos en un mundo nuevo. Para los 60’s ya nuestra música era un brasa encendida en todos nuestros vecindarios.
Un pasatiempo para los bailadores que les proveía una oportunidad para poder conocer su media naranja. Para los músicos era un chance para empezar una carrera. Para los empresarios un mercado intacto. Todo este nuevo mundo del disquero, el promotor, el bailador y el músico circulaba por la melodía”.
E.E: ¿Por qué el trombón?
W.C: “El trombón era algo nuevo. En esos tiempos todas las orquestas eran de trompetas y saxos. Grandes grupos de 12 a 18 músicos. Muchas bocas para alimentar. Había poca amplificación. Cuando primero oí a Mon Rivera cantando con Joe Cotto, ‘Dolores La Pachanguera’ y empezó un solo de trombón del gran maestro Barry Rogers, me enamoré del instrumento y cambié de trompeta a trombón de pistones y después a trombón de vara. Con 2 trombones y uno de esos nuevos amplificadores que salieron cuando yo empecé hacíamos más ruido que los bandones tradicionales”.
E.E: ¿Su decisión de ser salsero quién se la dio o de dónde se inspiró?
W.C: “De los muchachos mayores del bloque. Ellos tocaban congas, cencerros y escuchaban a Tito Puente, Tito Rodríguez y a Machito. Yo entendí que para poder ganar su respeto tenía que aprender de la música. Decidí que no quería ser un percusionista. Empecé a estudiar teclados, flauta, trompeta y finalmente el trombón. Entendí que esto podía ser una manera digna de ganarme la vida. Éramos pobres y lo único que necesitaba era un instrumento y muchas ganas de triunfar. Mi familia me apoyaba orgullosamente”.
E.E:¿Cuándo compone en qué piensa?
W.C: “Todo depende. La idea puede ser premeditada o puede llegar de la nada. Algunas veces uno oye algo o lee algo o se le ocurre algo que no es musical, pero que es un pedazo de información que me urge tratar de compartir y le busco forma en prosa y melodía. En ese caso es una idea. Otras veces llega una melodía que empieza a desarrollarse en tu cabeza; entonces digo que tengo que ponerle música y palabras. Hay muchas canciones que nunca llegan a ser escritas porque el proceso de vivir las troncha, puede sonar el teléfono o alguien te puede saludar o no tienes grabador, papel, pluma u otra manera para recordarla y se pierden para siempre”.
E.E: ¿En sus ratos libres, qué música escucha?
W.C: “De todo menos rap y reguetton. Ya estoy viejo y no me entra. Me gusta oír música en otros idiomas: turco, hebreo, alemán, portugués, italiano, irlandés, ruso, chino, todo es bueno. Me gusta la música instrumental, también me gusta escuchar una música y adivinar de que parte del mundo salió. Oigo rock, gaita, cumbia, jazz, calipso, plena, bomba, vallenato, huapango, tango. Todo es bueno”.
E.E: ¿De los temas que ha cantado, cuál es el más significativo y por qué?
W.C: Creo que fue Che Che Colé. Fue mi partida a un pensamiento más experimental. Lo importante fue que el riesgo fue bien recibido y compensado. De no haber sido así, ¿Quién sabe dónde estaría hoy?
Lavoe
E.E: ¿Cuénteme un poco del álbum Asalto de Navidad 1
W.C: “Asalto de Navidad fue un reto para mí. Quise hacer tributo a la música de mi abuela Antonia Pintor. Antes de eso los ‘Niuyoricans’ y los jibaros que llegaban a New York se burlaban de la música de cuerdas. Le llamaban el “guilingiguiling”. Algo como la bachata de hoy. Yo busqué a Yomo Toro que trabajaba en un bar al lado de donde laboraba mi mamá, en la calle 149 entre Brook Avenue y Willis Avenue en el Bronx, ‘La Campana’.
Cuando le pregunté cómo íbamos a grabar el cuatro, porque yo nunca había grabado uno, él pensó que yo le pedía que tocara guitarra eléctrica. Yo traté de crear una cama donde Yomo, que era salsero, pudiera tocar sus aguinaldos y música jibara tal cual siempre la tocaba y nosotros le daríamos vuelo con un masacote fino, pero obedeciendo la forma de la música autóctona de Puerto Rico. Lo único que faltaba era la voz del jibarito Héctor Lavoe, quien entró como pez en el agua.
La química fue increíble. Nadie podía esperar que saliera algo tan sabroso, tan autentico y tan diferente. Pero como te dije ante, es un proceso orgánico. La salsa se hace solita”.
E.E: “¿A quién le dejará su legado musical, sabiendo que usted es de los salseros más importantes del mundo?
W.C: “A todo el que la reciba. Me siento dichoso y agradecido por el cariño y la generosidad del público que me viene a ver y ha comprado mis grabaciones a través de casi 50 años. No me puedo quejar, son pocos los que tienen la suerte que tuve. Ese legado puede seguir sonando y se puede apagar cuando me vaya, no importa, lo que cuenta es que movió e hizo vibrar multitudes mientras estuve y eso es el tesoro que me llevo”.
E.E: José Mangual Jr., en una entrevista me dijo que la esencia y la hermosa sonoridad de esos álbumes que ustedes grabaron con el sello Fania, además de su ingenio e innovación, era que lo hacían con la orquesta en pleno. ¿Cuénteme un poco de esos momentos?
W.C: “Esos muchachos son monstruos en esta profesión. José Mangual Jr., Milton Cardona, Profesor Joe Torres. Se unieron conmigo y Héctor. Creyeron en el proyecto y se atrevieron a experimentar en lo que sea. Ellos entendían que la salsa era una manera de hacer música, un concepto. Aunque algunos nos criticaban y ellos bien sabían tocar como los otros. Conmigo rompieron las reglas e hicimos algo diferente. Algo audaz, algo muy nuestro”.
E.E: ¿Podrá existir otro Héctor Lavoe?
W.C: “¡Seguro que sí! En otra galaxia, u otra dimensión paralela, pero en este planeta no señorito. Estoy harto de todos esos payasos aprovechándose de su cuerpo de trabajo haciéndole ‘tributos’ y ‘homenajes’. Se creen que cotorreando sus soneos palabra por palabra es que están cantando. Es oportunismo descarado. Solo hay un Héctor LaVoe y que vengan los Marc Anthony, Van Lester y todos los otros payasos sacando billete a costilla de Héctor es triste. Más triste es que hay un público ignorante que lo acepte”.
E.E: Gracias maestro Willie Colón por esta entrevista.
W.C: “Solo resta decir que Colombia ha sido tan fiel a este género, que tengo que decirle de parte mía, de los integrantes de mi orquesta y todos mis colegas, ¡gracias Colombia! por cargar la antorcha. El próximo viernes estaré nuevamente en este maravilloso país brindando mis canciones”.
Tomado de la pagina de la salsa
Diario el Espacio Bogotá
Escrito por John Cerón