La Sociedad Estadounidense de Compositores, Autores y Editores, ASCAP, en los 100 años de su fundación, otorga el Premio ASCAP a la Herencia Hispana a la Fania All Stars.
No es gratuito, claro. Nada es gratuito en ASCAP, entidad encargada de vigilar la ejecución pública de la música y la distribución por derechos de autor. ASCAP tiene medio millón de miembros afiliados y es a nivel mundial la más importante de estas organización. Lo que pasa es que, al igual que sus émulos europeos y americanos, la entidad siempre ha estado en mitad de la controversia por la falta de claridad de su gestión, por no delimitar ejecución pública de ejecución privada, y por su real cobertura. No es la única entidad en Estados Unidos. También está BMI, pero ASCAP es más antigua y recoge sus frutos a través de sociedades estatales. Fania Records tributó a ambas en sus diferentes etapas como empresa registrada.
Fania Records, compañía fundada en 1964 por Jerry Masucci y Johnny Pacheco, ha sido gestionada por diferentes personas y empresas a través de los años. El primero fue Masucci, quien creó un verdadero imperio de la salsa y la música latina a través de la creación de canales de negocio con otras firmas. Primero tuvo una distribuidora junto a Morris Levy, dueño de Roulette; luego adquirió las licencias de los sellos discográficos latinos que pertenecían a éste; más tarde creó filiales por medio de porcentajes de participación entre sus allegados; y finalmente trazó acuerdos de cooperación con otras disqueras para ampliar su radio de acción.
Al radicarse en Buenos Aires en 1997 el control de Fania quedó en manos de Víctor Gallo, quien siguió con el mismo esquema, aunque para entonces Fania Records ya vivía de la explotación de su catálogo y no de nuevos artistas y producciones. En 2005 fue adquirida por Emusica y gestionada por el alemán Giora Breil, quien remasterizó su catálogo y lo puso a la venta en ediciones especiales. Lo malo es que la situación del mercado cambió y los costes de producción de cada CD no se correspondían con las ventas cada vez más centradas en lo digital.
Tras una serie de negociaciones con Signal-Equity, Red Planet e incluso Sony Music, Fania pasó a manos de otro grupo de Miami, Código Music, en 2009, dirigido porMichael Rucker. Pero aunque la intención de Rucker era mantener la línea de remasterización (en acuerdo con Wax Poetics) y en posicionar la marca en otros mercados no musicales, las bajas ventas de los álbumes originales propiciaron que Código Music se centrara en discos recopilatorios y, por supuesto, en venta de descarga de canciones. Lo que si ha intentado ( y está logrando) es adquirir los catálogos de viejas compañías como Seeco, West Side o Kubaney.
Sin embargo, Fania sigue siendo una leyenda pues fue el símbolo de una época fastuosa. Su música marcó los años 70 del siglo XX de la misma forma que lo hizo la música Disco, y su nombre quedó como símbolo de la salsa de la misma forma en que Motown es aún el símbolo del soul.
Y la cabeza de familia de esta marca fue, es y seguirá siendo la Fania All Stars, un conglomerado de estrellas convertido en orquesta y que nació en 1968 a la imagen y semejanza de la Alegre All Stars y la Tico All Stars, casas antecesoras de Fania. La idea promovida por Pacheco fue muy sencilla: colocar en un mismo grupo musical a los directores de las principales orquestas del sello.
Como es bien sabido, su debut fue en el Red Garter, una franquicia de una cadena de bares-restaurantes del downtown de Manhattan, pero al tener ese concierto más artistas de las casas de Morris Levy que de la naciente Fania, pues no tuvo repercusión. Tres años después, en cambio, la banda de estrellas se presentó en el Cheetah, en el Midtown, ante un público juvenil y con sus artistas en un momento espléndido de forma, y partió en dos la historia de la música latina. De ese concierto se desprendería un filme, Nuestra Cosa Latina, santo y seña del documentalismo musical contemporáneo.
El auge de la Fania All Stars llegó a un grado superlativo en 1973 tanto en el Yankee Stadium de Nueva York, como en el Roberto Clemente de San Juan. Y a partir de allí no cesaron las giras internacionales que alcanzaron puntos muy altos en Kinshasa, Tokio o Paris, sin contar las ciudades de Suramérica. En ese lapso de tiempo la Fania grabó 15 álbumes, diez de ellos en directo, y dos bandas sonoras.
Quizás por ello, a diferencia de los avatares de la compañía discográfica, la orquesta no ha mermado en ningún momento su prestigio. Esto se ha debido a que varios de los líderes de los viejos tiempos todavía se mantienen en actividad artística, como es el caso de Bobby Valentín, Papo Lucca o Cheo Feliciano. También se debe a la red de fans incondicionales que cada uno de ellos tiene en todos los países del orbe, especialmente en los latinoamericanos.
Así las cosas, la Fania All Stars, que tuvo picos tan altos de fama en los años 70, “revivió” en 1993 y desde entonces se mantiene presentándose cada cierto tiempo. Eso si, las personas y empresas que manejan estos shows si que han cambiado.
Al comienzo los shows de la Fania estaban gestionados por Ralph Mercado, quien más pronto que tarde convirtió en discográfica su oficina de representaciones Ralph Mercado Management, RMM. Al quebrar ésta a finales de los años 90 y ser absorbida su plantilla por Universal, los manejos de los shows cayeron en un limbo y una serie de empresas apostaron por sus giras y conciertos.
Uno de ellos fue el promotor puertorriqueño Richie Viera, dueño de Richie Viera Entertainment e hijo de don Rafael Viera, antiguo asociado de Fania en Puerto Rico. Viera, de hecho, logró realizar eventos donde se juntaron antiguos integrantes de la Fania en un mismo escenario. Pero la crítica fue feroz pues muchos aficionados consideraban que combinar artistas veteranos con nuevos músicos que nada tuvieron que ver con la gloriosa etapa neoyorquina de la orquesta, era poco menos que una afrenta. Fue entonces que intervinieron los propios músicos.
El primero de ellos, aunque ya lo había hecho tiempo atrás, fue Larry Harlow, primer pianista de la All Stars, y quien había creado una orquesta bajo el mismo esquema titulada The Latin Legends. En 2006 Harlow realizó un concierto en Atlanta bajo el nombre Latin Legends of Fania tras llegar a un acuerdo con Giora Breil. Pero no caló. La gente separó instintivamente ambos conceptos en tanto que surgía la necesidad de una especie de Fania Returns.
En 2007 el cantante de salsa romántica Michael Stuart propuso hacer una nuevaFania All Stars con nuevos exponentes del género. Dos años después Willie Colónrecogió el testigo y manifestó lo mismo. Pero contrario a ese planteamiento, veteranos como Bobby Cruz y Rubén Blades comentaron la posibilidad de liderar un verdadero reencuentro. Incluso algunos como Papo Lucca se negaron a retomar un proyecto tal sin la participación de su jefe original, o sea sin Johnny Pacheco. Hoy en día las aguas parecen haber retornado a su cauce y se han dado conciertos con un gran número de viejos integrantes de las estrellas.
Mientras tanto, las nuevas generaciones no descansan. En 2010 surgió en Nueva York una orquesta llamada Our Latin Thing The Band, evidente homenaje a las estrellas de Fania.
La Fania All Stars recibirá el Premio ASCAP a La Herencia Hispana el próximo 18 de marzo en un ceremonia en el Hammerstein Ballroom del Manhattan Center de Nueva York, aprovechando para celebrar los 50 años de la fundación de la compañía que tantos beneficios le ha dejado. Durante la ceremonia ASCAP también reconocerá al Compositor del Año, la Editora del Año, Editorial Independiente del Año y la Canción Latina del Año, galardones que, por sus categorías, demuestran hasta donde ha llegado la música latina en Estados Unidos desde que la Fania surgiera: tropical, pop, urban, regional mexicana y televisión.
José Arteaga