viernes, 9 de octubre de 2015

Radiografía del Sonero Mayor

El sociólogo e investigador Ángel “Chuco” Quintero presenta un libro en el que analiza la historia y la trayectoria de Ismael Rivera.

El sociólogo e investigador Angel "Chuco" Quintero es el autor del libro “Saoco salsero, el swing del sonero mayor, sociología urbana de la memoria del ritmo en Puerto Rico”. 

“Chumba la candela, maquinolandera”: el swing del sonero mayor, Ismael Rivera.
La expresión musical en Puerto Rico guarda una riqueza inmensa en su diversidad de grandes contrastes y  de gran arraigo popular, como   "el saoco" que nos legó el sonero mayor, Ismael Rivera.
¿Por qué le dicen el sonero mayor a Ismael Rivera, si tenemos otros soneros?, preguntamos al sociólogo e investigador Angel "Chuco" Quintero.
"Porque tiene una forma rítmica distinta, no en la letra de las canciones, sino como juega con el ritmo en los coros", dijo  Quintero, autor del libro “Saoco salsero, el swing del sonero mayor, sociología urbana de la memoria del ritmo en Puerto Rico”.
Para las décadas de 1950 a 1970, dijo, en Puerto Rico se impuso la música del sonero mayor, la que describió como una expresión contestataria y de mucho arraigo popular, cuya influencia aún se siente.
En su libro, cuya presentación es hoy miércoles a las 6:30 de la tarde en el Museo de la Universidad de Puerto Rico, Quintero aborda la trayectoria de Rivera en esas décadas del 50 y 70  y para eso hace un recorrido desde el siglo 19  hasta el presente.
¿Qué aspectos del siglo 19 analiza?
Considero la formación y desarrollo de Santurce y la importancia de los negros libres. En Santurce no habían esclavos. En Puerto Rico los esclavos constituían un  20 por ciento de la población.
"Eso le da un cariz especial a la cultura esa  que se  va a afirmar mucho, de negros libres. No la del esclavo que está siendo vigilado y subyugado, lo que hacía más difícil su expresión cultural", señaló el investigador.
El negro libre tenía un orgullo y una especial parejería, dijo. Este aspecto es fundamental al momento de forjarse los grupos musicales, como fue el conocido grupo Los Pardos.
Uno de los líderes musicales  de Los pardos, apuntó, era de apellido Cortijo. 
Quintero incorpora a su ensayo los hallazgos de otro investigador en torno a los apellidos que existían en Santurce en el siglo 19, entre los que figuraban Ayala, Cortijo y Cruz.
"De ahí se ubica en las décadas del 50 al  70, en el  siglo 20,  el movimiento musical de Cortijo y de Rivera. 
Los ritmos  y soneos de Ismael Rivera
Quintero  mencionó como un evento novel el que por primera vez  se grabó la música de bomba y se llevó al mundo del disco que hasta entonces, según este, no se había hecho.
"Hay ese diálogo entre el tamborero y el bailarín, donde ambos improvisan y dialogan sus impresiones. En el libro, yo examino los soneos de Ismael Rivera y cómo le sacaba rimas a  los ritmos. Porque a él le llaman el sonero mayor, pero en términos de letras, no compara con los de Gilbertito  Santarrosa, que son más elaborados. Pero, lo que hace grande a Ismael es cómo soneaba, repitiendo la  rima que estuviera acompañando a los coros de bomba", precisó.
Anoche en el baile charlatán, le diste a mi Lola,  le diste, le diste, le diste,  dale ahora.
"Está diciendo lo mismo, pero en una forma rítmica distinta. Es lo que lo hace  un sonero inolvidable, más que sus palabras. Ismael es como un puente entre el mundo  de  la   bomba,  la plena y la guaracha y entonces con la salsa", acotó.
Quintero menciona como Rivera se mueve a Nueva York e  influencia a otros músicos, como fue el caso de Rubén Blades y Héctor Lavoe, quienes les hicieron coro, por ejemplo, en Las caras lindas.
"Lo veían a él, siempre como el maestro", apuntó.
¿Qué es saoco?
Esa es una palabra que tiene muchos significado en el mundo popular. Es ese sabor oblicuo, con la astucia al cantar. Es cierta astucia de jugar con la rima y los metros.
Quintero recordó que la mamá de Rivera era la que componía alguna de las canciones, mencionando:
Oh, oh, oh, oh,(maquinolandera
ay, maquinita landera (maquinolandera)
ayer se fue con Chavela (maquinolandera)
se fue pa’ la rumbandela (maquinolandera)
Comentó que son ritmos trabalenguosos.
Otra canción que escribió la madre de Rivera, fue las Ingratitudes de esa mujer, refiriéndose, dijo, a la dueña de la casa en la que trabajaba como empleada doméstica.
Las ingratitudes de esa mujer, que su nombre nunca preguntó. 
Contraste con música popular ponceña
En Ponce, aunque todos los compositores eran del mundo popular del pueblo, con su música lo que hacían era como agradar a la clase dominante, por esas  danzas como  Alma Sublime y  Felices días,   donde no hay una expresión contestaria de desafío.
No volverán jamás felices días de amor, mi pobre corazón, a consolar, a consolar..
“En las últimas tres décadas del siglo 19, el desarrollo de la cultura musical estaba en Ponce, aunque se hacía para complacer a los sectores dominantes”, reiteró.
“En mi libro destaco cómo Santurce se convirtió en los primeros 70 años del  siglo 20, en el centro cultural del país. La avenida  Ponce de León era como decir el Broadway nuestro, con sus teatros y lugares donde tocaban las orquestas… Era un mundo con una tradición muy fuerte cultural de mulatos  y negros libres, en la época de la esclavitud, que logran esa hegemonía y ebullición cultural en Santurce”, puntualizó.
El investigador expuso que aunque esa efervescencia musical que se dio en Santurce  era dirigida también a los grupos dominantes,  en su música y en su letra, no hay esa deferencia. “Hay un plebeyismo y un cafretismo desafiante.”, describió. 
“Eso se ve  bien claro en la trayectoria de Ismael Rivera”, recalcó.
Otra expresión  que cobró fuerza en  Santurce, dijo, fue el  Equipo de los Cangrejeros, que era el mejor de esa época.
“Al igual que Cortijo, fue  un equipo fundamentalmente de negros o mulatos, que incluyó a Roberto Clemente, Orlando “Peruchín” Cepeda, Rubén Gómez y otros. Muchos de los  jugadores de las ligas negras de Estados Unidos venían a jugar a Santurce en la época en que el béisbol estaba segregado. Acá tuvimos de los mejores jugadores americanos negros, como Willie Mays”, recordó.
“Mientras ellos sufrían discrimen, hay testimonios que apuntan a que eran locos con venir a jugar a Puerto Rico, porque aquí eran héroes”, acotó.

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