El cantante panameño recorrió su trayectoria en la salsa, a la vez que honró a sus “héroes musicales”, todos puertorriqueños.
Rubén Blades llegó puntual esta noche a contar y cantar su historia en la salsa, género del que se está despidiendo con esta gira de conciertos, “Caminando, adiós y gracias”.
Como lo advirtió horas antes del encuentro en el Coliseo de Puerto Rico, a través de Facebook, comenzó a tiempo, apenas tres minutos después de las 8:30 P.M., para iniciar un extraordinario “peregrinaje” por las distintas etapas de su carrera, acompañado de la bravísima orquesta de Roberto Delgado.
Fue un viaje de agradecimiento a sus héroes musicales, desde Ismael Rivera hasta Luis Perico Ortiz; de compartir anécdotas que el público agradeció con aplausos, baile y risas 'sobre todo cuando mencionó a “otro cantante”, Anaudi Hernández-; de reafirmar posturas; de llamar a la libertad de Cuba y de Oscar López.
Fue también ocasión de compartir un aspecto muy personal, que por mucho tiempo fue muy público. “Uno comete errores”, admitió para seguido presentar a al hijo que se negaba a reconocer, Joseph, y a su nieta, Olivia.
El concierto 'que llenó hasta el llamado “palomar” y se extendió poco más de tres horas- abrió fuerte con el clásico “Parao”. En el momento tan convulso que se vive en el país, en lo político y económico, el tema fue una sacudida contundente a no rendirse. “Como Puerto Rico, parao”, terminó Blades el primero de los 27 títulos que cantó, de los 32 contenidos en el repertorio.
El artista fue conversador desde el inicio, aunque tenía claro que estaba allí para tocar… y mucho.
“Ustedes no me necesitan a mí aquí. Ustedes tienen mucho talento y yo les agradezco eso, que me hayan recibido”, dijo emocionado al agradecer el respaldo del público puertorriqueño.
Tratándose de su despedida de las giras de conciertos de salsa, Blades regresó al punto de origen. Así comenzó a compartir anécdotas y a honrar a los hombres que lo formaron, después de su mamá: Ismael Rivera y Cortijo, Cheo Feliciano, Tito Puente, Santos Colón, Willie Colón Tite Curet Alonso y Héctor Lavor.
“Mis héroes musicales siempre, todos, fueron puertorriqueños”.
A Cheo lo recordó con “Guaracha y bembé”, el bolero “Aunque tú” y “La Palomilla”, todos dedicados a la viuda de Feliciano, Socorro “Coco” Prieto, quien estuvo presente. Asistieron también Luis García, quien fue director musical de Feliciano, y Bobby Valentín.
Los relatos continuaron con Tito Puente y Santos Colón, a quienes honró con “Apóyate en mi alma” y “El cazanguero”.
La mención del maestro Tito Curet Alonso provocó el aplauso inmediato. Contó que lo conoció en la casa de Cheo, el mismo día que conoció a Roberto Roena. En su memoria cantó “Más vale un guaguancó”. “Los boleros de Tite te van a seguir toda la vida”.
Entre historias y canciones, Blades coló el humor –“esa venta de pionono acaba con la deuda de Puerto Rico”-, y afirmaciones más políticas. “Que el liderazgo se ponga vivo aquí”, puntualizó tras admirar “el alma tremenda” que levantó el triunfo olímpico de Mónica Puig.
Pero el momento en que arrebató de la risa fue cuando mencionó que supo que había otro concierto: el de Anaudi (Hernández), “que va a cantar más que yo esta noche y ojalá que esté afinao”.
En la vida musical del cantautor panameño es innegable la presencia de otro puertorriqueño, Willie Colón, de quien se distanció luego que éste lo demandó en reclamo de dinero por el concierto del 25 aniversario del álbum “Siembra”.
“A pesar de nuestras diferencias siempre agradeceré y lo reconoceré por el talento que es”, afirmó. “Merece todo el respeto y agradecimiento por su trabajo”, sostuvo para introducir “Pablo pueblo”.
La primera ovación llegó con “Ojos”, el único tema que no escribió del histórico álbum, “Siembra”. Es una composición de Johnny Ortiz, que muchas parejas disfrutaron bailando.
A Peter Conde le dedicó “Buscando guayaba”, a Bobby Valentín, “Juan Pachanga” y a Luis Perico Ortiz – “una de las mejores personas que he conocido en mi vida”- el tema que éste arregló, “Pedro Navaja”.
Recordó que hubo quien le dijo que “era una canción muy larga, deprimente, que no tenía oportunidad que nadie lo tocara en la radio”. Tan así que con los primeros acordes se activaron las cámaras de los celulares para no perder esa referencia musical.
Con “Tiburón” repudió distintos eventos “anti-imperialistas” mundiales.
“No creo en la izquierda tampoco, y por eso espero que Cuba tenga su libertad pronto. Yo no creo en ninguna ideología, yo creo en la gente”, agregó antes de rechazar al candidato presidencial Donald Trump y pedir de nuevo por la liberación del prisionero político Oscar López. “Y que saquen a Oscar de la prisión”.
“Ligia Elena”, con el que criticó la discriminación hacia la mujer, y “Ojos de perro azul” antecedieron el momento más emotivo de la noche, la presentación de su hijo Joseph, que por años negó a reconocer, y de su nieta, Olivia. Para ellos cantó “Amor y control”.
“Buscando América”, “Todos vuelven”, “El cantante”, “Patria” y “Maestra vida” marcarían el retiro de Blades de los escenarios locales. Para volver a escuchar esta selección de clásicos, quedarán sus grabaciones, porque como lo reiteró esta noche, lo que iba a hacer en la salsa, ya lo hizo.