Se cumplió la profecía. La celebración de los 35 años de carrera musical de José Alberto “El Canario” fue un acontecimiento cadencioso, colmado de sabor y fraternidad en el que se consignó, una vez más, que la salsa se mantiene vigente en el calor del pueblo y que es, sin duda, una clara seña de nuestra identidad afroantillana.
En esta ocasión, la música retumbó con fuerza en las inmediaciones del anfiteatro “Tito Puente”, el recinto seleccionado anoche, viernes, para festejar el aniversario del cantante dominico-boricua, quien se lució en escena con un grupo de sus más cercanos amigos y junto a los que deleitó a su público con un selecto repertorio que trazó un puente a lo largo de su historia salsera.
Con la buena música, a cargo de una excelente orquesta comandada por el maestro Sammy Vélez, llegó también la dispersión de emociones, los recuerdos y las invocaciones.
Las notas de felicitación y cariño hacia “El Canario” fueron la orden de la velada, lo que develó que entre el cónclave musical que se convocó para la celebración hay lazos de afecto y respeto que trascienden los contornos de una exposición artística.
El músico Alfredo de la Fe y el cantante panameño Camilo Azuquita fueron los primeros en subir a la tarima y, tras actuar, estipularon su emoción al compartir el proscenio con su colega en una noche tan especial en la que se celebró, además del talento del salsero, su consistencia y tenacidad.
“Esta es una noche especial porque me permite compartir con grandes amigos en un país que es mi segundo hogar y que siempre me acogió con los brazos abiertos”, expresó “El Canario”, quien se instaló a vivir en Puerto Rico junto a su familia en 1965.
“Cada uno con lo suyo”, “Discúlpeme señora”, “Me dejó picao”, “Nada se compara”, “Quiero salsa”, “Baila que baila”, “La paella” y “Somos dos” fueron las primeras melodías que tronaron en el anfiteatro ante el disfrute de cerca de cuatro mil fanáticos que, como años atrás, le imprimieron al recinto un donaire festivo y bailable.
Poco después de las 11:00 de la noche subió a escena el más querido de los salseros, Luisito Carrión, quien impregnó de energía y dinamismo el concierto con su chispa y su magia interpretativa al cantar junto a su colega “Vete y pregona” y, en solitario, su éxito “Yaré”.
Luego, y sorpresivamente, apareció en escena Andy Montañez, quien compartió con su camarada salsero el tema “Un verano en Nueva York”, un gran éxito salsero logrado en los años 70 por El Gran Combo de Puerto Rico, de la inspiración de Justi Barreto.
El eterno “Niño de Trastalleres” también cantó “El swing”, momento en que la banda, repleta de grandes instrumentistas, esparció su potencia rítmica. Justo en ese instante apareció en tarima a cantar Jerry Rivas, seguido por el músico Roberto Roena.
En un breve paréntesis, la celebración salsera se volcó a homenajear al recién fenecido productor y programador Pedro Arroyo. Fue entonces cuando el maestro de ceremonias, Joey Hernández, invitó a escena a su colega Marcos Rodríguez “El Cacique”, quien no pudo contener su emoción al recibir el tributo salsero conferido a quien fue su gran amigo y jefe en la estación Z-93.
La salsa continuó con Domingo Quiñones, otro de los cantantes convidado al festín quien, con mucha energía y amparado en su sapiencia interpretativa, vocalizó “Llegó el sabor” y “Salsumbia”.
Ismael Miranda fue la próxima estrella salsera que arribó al anfiteatro a celebrar los 35 años de carrera de “El Canario”, evento que también reunió entre el público a importantes figuras del género, como Willie Rosario, Sammy García, Eddie “La Bala” Pérez, Papo Rosario, Ángel “Cachete” Maldonado, Ramón Rodríguez, Gerardo Rivas y Juan José Hernández.
La refulgente voz de Ismael Miranda deleitó a la audiencia con las interpretaciones de “María Luisa” y, junto al homenajeado de la noche, “Sueño contigo”.
En la parte final del concierto hizo su aparición el veterano salsero Cheo Feliciano, quien enloqueció a la fanaticada con “Llegó el sonero” y “Anacaona”, temas con los que se marcó la despedida de una celebración merecida, inscrita en un evento de primera y bien conceptualizado, cuya producción estuvo a cargo de Moncho Arriaga.
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