lunes, 15 de agosto de 2011

Umberto Valverde entrevista a Willie Colon


Fuente: El Tiempo, Colombia. Por: Umberto Valverde

Los grandes de la Fania están muertos o casi retirados. Muertos: Celia Cruz, Héctor Lavoe, Pete 'Conde' Rodríguez, Santitos Colón, Ray Barreto. Johnny Pacheco está casi retirado, Ismael Quintana también. Willie Colón hace cuatro años estaba en las mismas condiciones, pero hace dos regresó a las tarimas con gran aceptación del público. En este lapso ha visitado no solo capitales del país, sino que ha estado en ciudades intermedias, incluidas las más pequeñas. Hace poco reinauguró el legendario Copacabana de Nueva York, lugar histórico para la salsa. Después irá de gira por Europa.

En la discoteca Jala Jala, de Cali, a donde entramos el pasado 29 de julio a empujones, con Rommel Caycedo y Andrea Arboleda, de AGP Producciones -representantes de Colón en Colombia-, vimos a un Willie Colón dándole duro a su instrumento, al lado de Rey Alejandre, segundo trombón, llamado el 'Látigo de México', y Ennio Gatti, pianista y tecladista italoperuano, su director musical en tarima.

Lo felicito por sus solos y me responde: "No sé si estoy tocando tan bien. Ahora me he recuperado de un problema de rodilla y también de unos brackets que me puse y no funcionaron, y me he bajado de peso para soportar tanto trabajo que he tenido últimamente".

Me unen a Willie Colón y a su música momentos muy precisos: hace muchos años, cuando regresé de México, a mis 22, con mi novela Bomba Camará recién publicada, viví en Bogotá, en un apartamento, con Carlos Mayolo. Casi todas las tardes oíamos Ausencia y yo miraba la carrera séptima y esas tardes grises y lloraba. Ahora, escucho todos los días Qué lío y me emociona ese trombón que estalla en el aire y la letra que se explaya: "Qué problema con Mariana el que se encontró mi pana, y yo que me la pasaba gozando de la noche a la mañana. Ramón Puntilla la quería, Ramón Puntilla gritaba, ayúdame, ayúdame, ayúdame, ayúdame a olvidarla".

"Ese tema lo grabamos sobre el 67 o 68 -me cuenta-. Yo no estaba casado y Héctor Lavoe tampoco. Vivíamos en el Bronx, de fiesta en fiesta; rumbeábamos hasta dos días seguidos. Héctor tenía muchas novias y yo no sé de dónde sacó ese tema. Ahora tú me recuerdas que había una versión de Joe Cuba".

Dice que a Lavoe lo vio por primera vez tocando con Kako y su combo, en un edificio de la 162. Tocaban en pisos diferentes y subió a verlo en son de competencia, pero Willie tenía su cantante y no lo quería cambiar. Lavoe, a su vez, le comentó sobre su orquesta: "Ustedes están muy flojos".

Finalmente, fue Johnny Pacheco quien los juntó y, cuando empezaron a trabajar, Lavoe le imprimió más soltura y sabor a los arreglos. "Héctor -me dice-, tenía mucho carisma, mucho humor, era espontáneo. A mí me ayudó mucho, porque yo hablaba spanglish, aunque mi abuela siempre me habló en español. Para mí fue una escuela, de verdad. Hicimos una combinación perfecta".

'Quiero ese instrumento'

Colón fue criado por su abuela, Antonia Román Pintor, quien llegó de Puerto Rico a Nueva York en 1926, desde los campos de Manatí, un pueblo de Monteadentro. Allí nacieron sus padres y con ellos convivía también su tía política, Ana María Iglesias, a través de la cual le llegó la salsa, porque era muy pachanguera, apasionada de Tito Puente, Machito y aquellos músicos del Palladium.

A los 9 años había recibido clases de corneta; por eso, cuando cumplió 11 años, su abuela le regaló una trompeta. Ana María lo apoyaba y le daba información. Willie dice: "Éramos muy pobres y aprendí para ganarme una platica tocando en las aceras". Su grupo se llamaba Los Dandys y sus influencias musicales eran variadas: desde Carlos Gardel, pasando por Pérez Prado, Cortijo y Joe Cuba, hasta Mon Rivera.

Una vez escuchó a Mon Rivera con Joe Cotto, en un tema muy conocido de la época llamado Dolores la pachanguera, y Barry Rogers tocaba el trombón. Fue como una aparición: "Sonaba como un elefante, un león... un animal. Algo tan diferente, que apenas lo oí, me dije: 'Yo quiero tocar ese instrumento' ".

Consiguió un trombón de pistones. Aprendió la embocadura y después se fajó con el trombón de vara. Más adelante, Mon Rivera amplió los trombones de su agrupación a tres; nadie lo había hecho antes en Nueva York -le decían que tenía una trombanga-.
Y Willie empezó a hacer sus toques, a ver si le daban una oportunidad, hasta que le dijeron: "Súbete ahí".

Willie empujó lo que más tarde se llamó el sonido de Nueva York. "El experimento de estas mezclas -relata- tenía que pasar por Nueva York, donde estaban los latinos de diferentes procedencias, los negros con su jazz... Y trabajábamos juntos. Uno se cruzaba con un jazzista y le pedía un arreglo; eso solo podía nacer en Nueva York".

A Johnny Pacheco, dice, le debe todo: "Es una persona muy testaruda. Si no hubiera insistido en que yo acogiera a Héctor, no sé qué hubiera sido de mí. Fue clave en mi desarrollo, en lo que fui y en lo que soy. Su malicia, su intuición para conocer los géneros musicales, cantaba coros, dirigía mis grabaciones. Ahora lo veo poco, ya no existe una Fania para juntarnos y cada quien viaja por su lado".

Cuando Willie se encontró con Rubén Blades coincidieron en su relación con la música brasileña. Había empezado el embargo a Cuba, se había hecho mayor la distancia con la música de la isla y fue una oportunidad para que el mercado norteamericano se abriera a Brasil. "Yo estaba cansado del uno-cuatro-cinco, y la música brasileña tenía mucha tela y muchas gamas en los arreglos. Pensé que acercar a la salsa a un país tan poderoso era bueno para nuestra música.

Hoy, lamenta no haber trabajado más con Celia Cruz. Cuando grabaron el arreglo de Usted abusó, a ella le pareció muy moderno y estaba temerosa. Entonces, Willie le dijo: "Cántala en tu estilo y nosotros le cambiamos la base". "Fue una escuela estar a su lado; era una persona muy grande y uno se sentía feliz de compartir esos momentos en el estudio".

Era música de la chusma

Acerca de la crisis de la salsa, hace la siguiente precisión: "Lo que falta es hambre. Al principio, esta música era de la chusma; las empresas disqueras no querían saber nada de ella y después vinieron a manejarlo todo. Uno escribía la música y la tocaba en los clubes y la cambiaba, de acuerdo al gusto del bailador. Nosotros competíamos entre nosotros, cada músico era una propuesta y la chispa nacía en las esquinas".

Habla de la droga, que afectó la vida de su padre, la de su hermana Cindy, la de Héctor y, en algún momento, la suya propia. Por eso no fue a giras de Fania, sobre todo a África y a la de Colombia, en 1980, porque en las giras siempre aparecía esa cercanía. "Cuando murió mi hermanita, quise alejarme. Por eso me dediqué a ser solista, para hacer lo mío. Muchos de los afectados -mira esa muchacha inglesa que acaba de morir (Amy Winehouse)- son brillantes. Es como si necesitaran la droga para anestesiar su talento".

Le pregunto si Cuando me muera es un mensaje sobre seguir o no cantando y recurre a un tono íntimo: "Cualquiera de nosotros puede morir mañana, es un poco lo que me quedó de Héctor. También mi tema El entierro tiene que ver con la muerte de las estrellas. Es un poco sarcástico, pues yo sigo siendo un rebelde".

Sobre el futuro de la salsa, dice: "La salsa va a sobrevivir a la globalización. Uno de los problemas que la afectan es la crisis del disco. Sin embargo, las grabaciones hoy son auxiliares de los conciertos y eso es bueno, porque la salsa no se hace con pista, el músico y el público tienen que estar juntos. Por eso, debo agradecer a Cali y a toda Colombia: ustedes saben de salsa. Uno se encuentra con gente que es erudita y, en muchas ocasiones, sabe más que los músicos. A mis conciertos vienen jóvenes y conocen las letras, las sienten y las cantan. Mientras ellos estén con nosotros, tenemos futuro".

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