Los
salseros brindaron un memorable show de tres horas ante más de 25 mil personas
La Fania brindó anoche un
banquete musical que quedará tatuado en la memoria y el sentimiento de los salseros que anoche asistieron al Estadio Nacional para ver a la constelación de estrellas dirigidas por el renombrado maestro Johnny Pacheco.
Esta fantástica velada arrancó con fuerza. A las 8:40p.m. Spanish Harlem Orchestra saltó al escenario y con un potente: “Buenas noches Perú, ¡Chim Pum, Callao!” empezó a descargar todo su talento con una performance increíble.
Rememorando los famosos conciertos de Berlín y Montreal, estos genios de Nueva York no se guardaron nada y, como se dice, “jugaron de locales”. Demostraron que la salsa no tiene nacionalidad.
Óscar Hernández y Ray de La Paz pilotearon la nave del sabor que llevó al público a calentar motores de la mejor manera redondeando su participación de la mejor manera al entonar “La Banda”, de Héctor Lavoe y su ya conocida “Ariñañara”.
Cerca de las 9:44p.m. Spanish Harlem cerró su presentación en medio de los aplausos de la fanaticada que ahora aguardaba al momento cumbre de la noche, la aparición de la leyenda viviente de la salsa. Eso sucedería pronto.
CAEN LAS ESTRELLAS
Eran aproximadamente las 10:15 de la noche cuando llegó lo esperado. Las pantallas laterales del escenario se encendieron nuevamente para reproducir un video sobre los inicios de la agrupación salsera.
De pronto, las Estrellas de la Fania empezaron a desfilar una por una sobre el escenario instalado delante de la tribuna sur del Estadio Nacional. Los aplausos eran ensordecedores. La emoción era, sin duda, el preludio de una noche que sencillamente sería magnífica.
Un silencio total dio paso al sonido de las cuerdas del bajo de Bobby Valentín. “Oye qué rico suena, Las Estrellas de Fania” respondía un coro de lujo conformado ni más ni menos que por Adalberto Santiago, Ismael Miranda, Rubén Blades, Cheo Feliciano y Domingo Quiñones.
Ahí estaban las estrellas, haciendo del Estadio Nacional su cielo. El maestro Johnny Pacheco olvidó las complicaciones de la edad y se paró de su asiento para dirigir a sus muchachos como en los buenos tiempos. Rememorando los shows en Cheetah, en Zaire, en el auditorio Roberto Clemente.
Culminado el primer plato del banquete musical Adalberto Santiago se impuso en el escenario interpretando el tema “La cartera”, en homenaje al gran Junior Gonzales quien este año partiera hacia la eternidad.
Adalberto continuó con “Quítate la máscara”, y que empieza así: “Oye mi nuevo guaguancó/lo que te voy a decir/lo que te voy a decir en mi nuevo guaguancó/ lo tuyo fue bandidaje organizando en amor/caminando como gata para sembrar el terror”…
La gente bailaba en las tribunas, movía los pies y el cuerpo con cadencia única. Los pocos centímetros de espacio de los escalones no eran problemas para gozar de lo bueno. Bailaban todos, el de seguridad, el periodista, el vendedor de cervezas. Parecía prohibido no divertirse.
TAMBIÉN LAS ESTRELLAS INMORTALES
Culminado el tema de Adalberto Santiago, un momento de nostalgia se vivió cuando se pasó un video en homenaje a los cantantes y músicos de La Fania que partieron.
Ray Barretto, Barry Rodgers, Yomo Toro, Ismael Rivera, Celia Cruz, Pete El Conde, Santitos Colón y Héctor Lavoe aparecían cantando en diferentes presentaciones con La Fania. Eran las estrellas que ya no estaban pero cuyo brillo se mantenía intacto por el aplauso del respetable.
A las 10:48p.m. Domingo Quiñones subió a la tarima e interpretó “El rey de la puntualidad”. Posteriormente “el cantante” y “mi gente”, desatando la algarabía del público en ese pequeño pero simbólico homenaje al ‘Cantante de los cantantes’.
Tras ello, ‘El niño bonito de la salsa’, Ismael Miranda, subió al ring y con la picardía que lo caracteriza cantó “Señor sereno” y “Tiene montuno”. La química entre Miranda y Larry Harlow fue mágica, espectacular.
LA ESTRELLA ESTELAR
Cerca de las 11:30p.m., le tocó el turno a
Rubén Blades, invitado estelar de La Fania para este show en Lima. Lo mejor de los tres temas que tocó ‘el doctor salsa’ fue sin lugar a dudas “Juan Pachanga”.
Cheo Feliciano arrancó su parte del show con ‘Nina’ y ‘Anacaona’ para luego compartir escenario con la criolla Eva Ayllón, quien no desentonó al cantar a dúo un bolero con el ‘único negro que suda miel por los poros’.
Hasta ahí el concierto podía haber terminado y el público regresaba satisfecho a sus hogares. Pero no. Faltaban Richie Ray y Bobby Cruz. Bobby Cruz y Richie Ray. Como desee llamarlos. Esa combinación de sabor que con su popular ‘jala jala’ hizo bailar hasta los que estaban más estáticos en sus asientos.
Y es que cuando este dueto se junta la rumba no para. Bobby con esa voz inconfundible exhala salsa de la buena y Richie Ray se transforma, pareciera que tocara el teclado con cuatro manos. Dos fenómenos que hacen bailar, cantar y gozar.
Paso pa’ aquí, pa’ allá. Cuerpos contorneándose al compás de tan genial sinfonía. Nadie dejaba de bailar. Literalmente, la gente “estaba en su salsa”. Y es que realmente con ese ritmo el cuerpo pide no dejar de moverse.
Seguirían con “Ahora vengo yo” y esa canción que cala en el ser de hasta los que no gustan de la salsa pero que a la hora de la hora la bailan: “Sonido bestial”. Un derroche de talento musical del cual los salseros limeños eran testigos.
Trompetas, timbal, congas y trombones descargaron toda su furia. Roena, Marrero, Zarzuela, Reynaldo Jorge, y demás músicos de la fenomenal Fania All Stars lo daban todo sobre el escenario. Todos parecían tener 40 años menos.
Tras la participación de Richie y Bobby los cantantes principales de La Fania se posarían nuevamente sobre el escenario para cerrar con broche de oro una noche mágica y memorable para todos los que allí estuvieron.
“Quítate tú” y “Ponte duro” fueron las cerezas del pastel salsero. Ahí estaban todos nuevamente ante más de 25 mil almas, como el año pasado en el primero concierto de esta agrupación en nuestro país.
Ahí estaba Pacheco dirigiendo a sus chicos una vez más. Cerrando una noche en medio de aplausos incansables y gritos de agradecimiento que reconfirmaban que la salsa es el género musical del pueblo. Que no distingue raza ni clase social. Que une a grandes y chicos. Y que, sobre todo, sigue más viva que nunca.